Reseña-comentario: LA NOVELA DE CARLOS MARX
jueves, 16 de agosto de 2007
por: Hernán Montecinos
El próximo 16 de Agosto (¿) se cumple un nuevo aniversario de la publicación del I Tomo de la obra “El Capital” de Carlos Marx. Demás está decir la importancia que adquiere este libro, a partir de la dinámica que presenta hoy la economía del mundo, con una creciente circulación del capital y acumulación del mismo, cada vez en menos manos, y en cuantías que hasta hace poco hubieran resultado inimaginables.
El capital como base de la dominación capitalista, ha sido evidenciado por Marx como el elemento enajenador e inhumanizante por antonomasia. Enajenador puesto que el hombre, deja olvidado su ser en la actividad parcializada de la manufactura productiva capitalista. Que olvide su ser, presupone una escisión dolorosa entre trabajador y ser humano, donde el primero se anuncia como una fantasmagórica presentación del segundo; donde el segundo se diluye en la actividad (des)humanizada del primero. Más de cien años han transcurrido desde el capital descubrimiento de Carlos Marx: la exposición del sustrato explotador de las relaciones sociales que se derivan del capitalismo. Desde ese tiempo hasta el nuestro, este capitalismo ha extendido sus límites de forma tal, que ya no reconoce frontera alguna instalándose, como nunca antes, un capitalismo a nivel planetario.
Sin duda transcurridos ya 140 años de su primera publicación, El Capital, es una obra que en el presente adquiere inusitada importancia, a la luz de la desenfrenada vorágine en que se ha estado desarrollando la economía capitalista en los países del mundo. Las razones de su desorbitado crecimiento, a la inmensa mayoría se le aparece no sólo como un fenómeno complejo sino también, muchas veces, como un fenómeno incomprensible y a la vez desentrañable. Y es precisamente en este punto donde adquiere importancia volver los ojos nuevamente a El Capital, porque es en esta obra, y sólo en ella, donde vamos a encontrar las claves que entran a explicar los por qué del fenómeno, desde su misma raíz. Esto quiere decir que El Capital, al contrario de la creencia generalizada que se ha instalado desde hace mucho, ha dejado de ser una obra que sólo deben leerlo y estudiarlo los “especialistas”, sino al contrario, hoy constituye una necesaria fuente de conocimientos para todos aquellos que sufrimos en carne propia la práctica del capitalismo actual expresado en su forma más salvaje.
Se ha dicho por muchos que “El Capital” es, después de la Biblia, el libro que más ha influido sobre la historia de la humanidad. Incluso su influencia ha rebasado los límites de aquellos que ni siquiera han leído un párrafo del mismo. En efecto, resulta del todo evidente la notoria influencia que ha tenido, desde su primera publicación hasta nuestros días, sobre todo para aquellas generaciones que les tocó vivir las intensas convulsiones socio-políticas, fundamentalmente, las que se sucedieron a partir de los primeros años del siglo XX en adelante. Muchos de los que fueron activos actores protagonistas de los procesos revolucionarios que se dieron en distintos periodos, distintas regiones y diversas circunstancias en el mundo, ni siquiera supieron, o no sospecharon, o bien no se dieron ni cuenta, la directa o indirecta influencia que el pensamiento de Carlos Marx tuvo como marco teórico inspirador que dieron vida a esos movimientos.
Pero no sólo para los revolucionarios y progresistas del mundo “El Capital”, ha sido la obra cumbre que ha inspirado sus reivindicaciones sociales y humanas a través de la historia del siglo XIX y XX.. También los burgueses, empresarios nacionales y de las multinacionales, cada vez en número mayor, han ido prestando mayor atención a la obra “El Capital”, muchos de ellos estudiándolo ávidamente. Claro está, que este interés no ha estado motivado por los deseos de cambiar el mundo ni menos, por cierto, para cambiar las actuales estructuras que conforman la intrincada red de la estructura institucional societaria. Si señalo este hecho es para agregar un dato más a la causa, que a la luz de hoy aparece, por decir lo menos, como demasiado extraño y más que sugestivo, puesto que antes no se había dado aquello, a lo menos, en los términos que ahora se ha estado dando en el mundo hasta de los más recalcitrantes capitalistas.
Sobre esto, ya ha anotado Francis Wheen en su reciente ensayo, (Kart Marx) datos muy sugestivos al respecto. Empieza por confesar que cuando comenzó su investigación, muchos amigos lo miraban con incredulidad. ¿Por qué –se preguntaban- querría alguien escribir sobre una figura tan desacreditada, irrelevante y pasada de moda? Sin embargo, el continuó con su investigación haciendo caso omiso de quienes le criticaban. Cuanto más estudiaba a Marx –confiesa Wheen en el prólogo de su libro-, más actual le parecían los contenidos de su doctrina científica. Entre otras consideraciones, ponía al descubierto, por ejemplo, que a los expertos y políticos de hoy se les suelta la lengua hablando de la globalización, sin caer en la cuenta que Marx ya lo había advertido en 1848 en el “Manifiesto Comunista”. También señalaba, que el ámbito en que se mueven la Coca Cola y MC Donad no habría sorprendido en su tiempo a Marx en lo más mínimo
Sin embargo, –sigue apuntando Francis Wheen- hay algo que ni Marx había previsto: que de repente, a finales de los años 90 mucho después que el cadáver de Marx había sido enterrado por enésima vez por conservadores, liberales y una diversa fauna de “ex” de todos los pelajes, éste fuese ensalzado como un genio por los mismísimos capitalistas contemporáneos. El primer signo de este extraño cambio de posición apareció en Octubre de 1997, cuando en un número especial de la revista “New Yorker” se proclamaba a Marx como “el gran pensador del futuro”, que tiene mucho que enseñarnos sobre la corrupción política, la monopolización, la alienación, la desigualdad y los mercados mundiales. “Cuanto más tiempo paso en Wall Street más me convenzo de que Marx estaba en lo cierto. Estoy absolutamente convencido de que el método de Marx es el mejor para estudiar el capitalismo”, declaró un rico banquero a New Yorker. Desde entones, economistas y periodistas de derecha han hecho cola para reconocer la rigurosidad científica de Marx y lo valioso de su doctrina para comprender el meollo del capital y el capitalismo.
Este interés despertado en el mundo de los empresarios, hecho presente por Wheen, viene a ser correspondiente con otro hecho más reciente: una encuesta realizada a los oyentes de la cadena radio 4 de la emisora pública británica BBC, en la que se les preguntaba cuál era a su juicio el filósofo más importante de la historia de la humanidad. Para sorpresa del público, ni Platón, ni Kant, ni tampoco Descartes ocuparon el primer lugar, sino el viejo barbudo de Carlos Marx. El autor de “El Capital’’ –decía la noticia- puede haber perdido su predicamento en Europa del Este, y su nombre puede haber desaparecido de plazas y calles, pero su prestigio parece haber sobrevivido a la caída del muro de Berlín, al menos en el Reino Unido”.
Apuntan los datos que Marx logró un 30 por ciento de los votos emitidos por los radio oyentes, muy por delante del segundo filósofo más votado, el escocés David Hume. Lo curioso del caso, es que en medio del proceso de la encuesta, en vano intentaron los autores del semanario ’’The Economist’’ animar a sus lectores a que votasen a este último, gran representante del empirismo y defensor de un escepticismo moderado, como única forma de frenar a Marx. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos corporativos de esa influyente revista, Hume, el pensador anti-dogmático que influyó en la filosofía moral y en los escritos económicos de su amigo Adam Smith, acaso el más grande de los economistas clásicos, sólo obtuvo un 12,7 por ciento de los votos, ni siquiera la mitad de las que obtuvo Marx.
El resultado de esta reciente encuesta viene a tener mayor mérito si tenemos a la vista que no fue hecha ni en Cuba, ni en Norcorea, ni en Vietnam, ni en China, ni tampoco en Venezuela. Al contrario, es una encuesta proveniente del país que representa el corazón mismo en donde tuvo su origen teórico el liberalismo (Bernardo de Mandeville, David Ricardo y Adam Smith). La continuada popularidad y reconocimiento intelectual de Marx, incluso fuera del propio mundo socialista o progresista, la explica el conocido historiador marxista Eric Hobsbawm por el hecho de que, con el fin del comunismo, el autor de ’’El Manifiesto Comunista’’ y de “El Capital” se haya visto por fin liberado de la deformación de su pensamiento en los antiguos países del llamado socialismo real. Marx supo predecir de modo certero, según Hobsbawm, el actual fenómeno de la globalización, coincidiendo en esto con el juicio de Francis Wheen.
En mi opinión, los resultados de esta encuesta, más el inusitado interés que están demostrando los hombres de la Bolsa en Wall Street, no deberían asombrar a aquellos que hemos seguido con rigurosidad el itinerario intelectual exhibido por el pensamiento de Carlos Marx a través de la historia. En efecto, estos hechos recientes sólo vienen a confirmar en el tiempo otros juicios muy anteriores que ya habían adelantado la importancia que tenía y que iba a tener en el tiempo el pensamiento de Carlos Marx para las generaciones posteriores. Sobre esto último resulta pertinente destacar el juicio de Moses Hess, en nota escrita el 2 de Septiembre de 1841 al novelista Berthold Auerbach: “Te gustará conocer aquí a un hombre que se cuenta hoy día entre nuestros amigos, si bien vive en Bonn, donde muy pronto será dozent. Es un fenómeno que me ha hecho una muy fuerte impresión. En una palabra, pronto conocerás al más grande, tal vez al único auténtico filósofo viviente. Cuando él se manifieste al público atraerá las miradas de toda Alemania. ¡Por sus miras y su cultura filosófica, va mucho más lejos que Strauss, más lejos incluso que Feuarbach, lo cual no es poco decir! Si yo estuviera en Bonn cuando él enseñe lógica, sería su oyente más asiduo. Sólo ahora sé hasta que punto no soy más que un galopín en materia de verdadera filosofía. Pero ¡paciencia!, ¡también yo aprenderé algo!. El doctor Marx –es el nombre de mi ídolo- es un hombre todavía muy joven (24 años como máximo), que dará el golpe de gracia a la religión y a la política medievales. En él se agrega a un máximo de profundidad filosófica el espíritu más mordaz. Imagínate a Rousseau, Voltaire, Holbach, Lessing, Heine y Hegel confundidos en una sola persona; y digo confundidos y no pegados entre sí y tendrás así al doctor Marx?”
Hago presente, que este juicio Hess lo escribió cuando Marx aún no había empezado a escribir nada sobre su obra. A ese año sólo había publicado los “Cantos Generales”, aparecidos tardíamente en el Athenaeum, y su tesis de doctorado, que tampoco había sido impresa. Es decir, un par de escritos reducidos al ámbito de la pura filosofía, cuando Marx ni siquiera había escrito una letra sobre su monumental obra científica.
Por eso hoy al igual que ayer, el pensamiento de Marx, decretado una y mil veces su muerte, por las fuerzas más retardatarias del mundo y la pusilanimidad de una izquierda conformista y obsecuente, vuelve a renacer hoy con renovado brío, fundamentalmente a través de su obra más monumental “El Capital”. Así, Carlos Marx, tantas veces como ha sido muerto, vuelve a resucitar en el momento actual, justo cuando el triunfo del capitalismo ha sido más aplastante que nunca, y justo también cuando mejor ha demostrado su carácter irracional y depredador.
Ahora bien, y retomando el asunto central de mi nota, creo que hoy más que ayer, se hace necesario para todos aquellos que podamos hacerlo, volver a releer nuevamente “El Capital”, y para aquellos que no lo han hecho nunca, se decidan de una vez hacerlo. Tanto para unos como otros, si lo pudieran leer y estudiar en grupo, tanto mejor. También hay ciertos libros que sin ser estrictamente tan científicos, ayudan a comprender el pensamiento de Carlos Marx, y más fundamentalmente, su obra mayor “El Capital. En esta idea es que me atrevo a recomendar, la lectura del libro “La novela de Carlos Marx: vida de un gran revolucionario”, de Galina Serebriakova. Intensa y vibrante biografía, que tiene la particularidad de que siendo un ensayo, muchos de sus pasajes son novelados. Esta rara mezcla literaria, “ensayo-novela” le da a la obra una personalidad muy particular que en nada le hace perder el valor científico del pensamiento de Marx; al contrario, lo recrea y lo resalta por lo demás en forma amena y didáctica. La vastedad del libro (431 págs.) impide en pocas líneas pormenorizar todas las vibrantes imágenes y vivencias allí relatadas. Por eso, y en el ánimo de contribuir modestamente a resaltar el aniversario de la obra “El Capital”, es que me permitiré entresacar algunos párrafos del mismo, aquellos que he creído más sustantivos, y sobre todo, aquellos que se encuentran en íntima relación con la obra “El Capital”.
Como bien lo señala la reseña de este libro, esta conmovedora novela, histórico biográfica, nos enfrenta con un personaje gigantesco en sus aspectos menos conocidos. No tanto del Marx político y filósofo, popularizado por la narrativa literaria, sino de su formación humana y social, y de sus íntimos afectos que van desde su familia, incluido el propio Paul Lafargue, su yerno, pasando por su compañero de ruta Federico Engels, y entrañables otros amigos como el sastre Lessner, uno de los más fieles de sus seguidores.
Otro plus de este libro es, que sin dejar de ser su centro el pensamiento, vida y obra de Marx, es una obra que resalta y particulariza también la vida y las acciones de un sinnúmero de personajes de la época, que tuvieron relevancia en el desarrollo del movimiento revolucionario de entonces. Un variado mosaico de figuras de la época desfilan incesantemente página tras página, deteniéndose y particularizando en cada uno de ellos, lo que imprime la sensación de que este libro fuera el compendio biográfico de varias figuras de la época.
Galina Serebriakova, la autora, confiesa que ambicionó largamente novelizar la vida y obra del fundador del socialismo científico y eso hace que su obra se desarrolle en varios planos: la descripción de los sucesos políticos y de la vida intelectual de Europa se alternan con escenas de la vida familiar. Las vivencias de la Comuna de París son relatadas con espíritu vibrante, poniendo en primer plano la fortaleza y valentía de luchadores de la envergadura de una Luisa Michel, Teófilo Ferré, Lisa Krasotzki, Elisaveta Dmitrieva, por nombrar sólo algunos de entre tantos.
En fin, un libro que recomiendo leer, un libro necesario, sobre todo, para las nuevas generaciones, aquellas que se encuentran huérfanas de valores en un sociedad que sólo quiere reservarles el papel de ser meros expectores de este mundo y no sus protagonistas..
El próximo 16 de Agosto (¿) se cumple un nuevo aniversario de la publicación del I Tomo de la obra “El Capital” de Carlos Marx. Demás está decir la importancia que adquiere este libro, a partir de la dinámica que presenta hoy la economía del mundo, con una creciente circulación del capital y acumulación del mismo, cada vez en menos manos, y en cuantías que hasta hace poco hubieran resultado inimaginables.
El capital como base de la dominación capitalista, ha sido evidenciado por Marx como el elemento enajenador e inhumanizante por antonomasia. Enajenador puesto que el hombre, deja olvidado su ser en la actividad parcializada de la manufactura productiva capitalista. Que olvide su ser, presupone una escisión dolorosa entre trabajador y ser humano, donde el primero se anuncia como una fantasmagórica presentación del segundo; donde el segundo se diluye en la actividad (des)humanizada del primero. Más de cien años han transcurrido desde el capital descubrimiento de Carlos Marx: la exposición del sustrato explotador de las relaciones sociales que se derivan del capitalismo. Desde ese tiempo hasta el nuestro, este capitalismo ha extendido sus límites de forma tal, que ya no reconoce frontera alguna instalándose, como nunca antes, un capitalismo a nivel planetario.
Sin duda transcurridos ya 140 años de su primera publicación, El Capital, es una obra que en el presente adquiere inusitada importancia, a la luz de la desenfrenada vorágine en que se ha estado desarrollando la economía capitalista en los países del mundo. Las razones de su desorbitado crecimiento, a la inmensa mayoría se le aparece no sólo como un fenómeno complejo sino también, muchas veces, como un fenómeno incomprensible y a la vez desentrañable. Y es precisamente en este punto donde adquiere importancia volver los ojos nuevamente a El Capital, porque es en esta obra, y sólo en ella, donde vamos a encontrar las claves que entran a explicar los por qué del fenómeno, desde su misma raíz. Esto quiere decir que El Capital, al contrario de la creencia generalizada que se ha instalado desde hace mucho, ha dejado de ser una obra que sólo deben leerlo y estudiarlo los “especialistas”, sino al contrario, hoy constituye una necesaria fuente de conocimientos para todos aquellos que sufrimos en carne propia la práctica del capitalismo actual expresado en su forma más salvaje.
Se ha dicho por muchos que “El Capital” es, después de la Biblia, el libro que más ha influido sobre la historia de la humanidad. Incluso su influencia ha rebasado los límites de aquellos que ni siquiera han leído un párrafo del mismo. En efecto, resulta del todo evidente la notoria influencia que ha tenido, desde su primera publicación hasta nuestros días, sobre todo para aquellas generaciones que les tocó vivir las intensas convulsiones socio-políticas, fundamentalmente, las que se sucedieron a partir de los primeros años del siglo XX en adelante. Muchos de los que fueron activos actores protagonistas de los procesos revolucionarios que se dieron en distintos periodos, distintas regiones y diversas circunstancias en el mundo, ni siquiera supieron, o no sospecharon, o bien no se dieron ni cuenta, la directa o indirecta influencia que el pensamiento de Carlos Marx tuvo como marco teórico inspirador que dieron vida a esos movimientos.
Pero no sólo para los revolucionarios y progresistas del mundo “El Capital”, ha sido la obra cumbre que ha inspirado sus reivindicaciones sociales y humanas a través de la historia del siglo XIX y XX.. También los burgueses, empresarios nacionales y de las multinacionales, cada vez en número mayor, han ido prestando mayor atención a la obra “El Capital”, muchos de ellos estudiándolo ávidamente. Claro está, que este interés no ha estado motivado por los deseos de cambiar el mundo ni menos, por cierto, para cambiar las actuales estructuras que conforman la intrincada red de la estructura institucional societaria. Si señalo este hecho es para agregar un dato más a la causa, que a la luz de hoy aparece, por decir lo menos, como demasiado extraño y más que sugestivo, puesto que antes no se había dado aquello, a lo menos, en los términos que ahora se ha estado dando en el mundo hasta de los más recalcitrantes capitalistas.
Sobre esto, ya ha anotado Francis Wheen en su reciente ensayo, (Kart Marx) datos muy sugestivos al respecto. Empieza por confesar que cuando comenzó su investigación, muchos amigos lo miraban con incredulidad. ¿Por qué –se preguntaban- querría alguien escribir sobre una figura tan desacreditada, irrelevante y pasada de moda? Sin embargo, el continuó con su investigación haciendo caso omiso de quienes le criticaban. Cuanto más estudiaba a Marx –confiesa Wheen en el prólogo de su libro-, más actual le parecían los contenidos de su doctrina científica. Entre otras consideraciones, ponía al descubierto, por ejemplo, que a los expertos y políticos de hoy se les suelta la lengua hablando de la globalización, sin caer en la cuenta que Marx ya lo había advertido en 1848 en el “Manifiesto Comunista”. También señalaba, que el ámbito en que se mueven la Coca Cola y MC Donad no habría sorprendido en su tiempo a Marx en lo más mínimo
Sin embargo, –sigue apuntando Francis Wheen- hay algo que ni Marx había previsto: que de repente, a finales de los años 90 mucho después que el cadáver de Marx había sido enterrado por enésima vez por conservadores, liberales y una diversa fauna de “ex” de todos los pelajes, éste fuese ensalzado como un genio por los mismísimos capitalistas contemporáneos. El primer signo de este extraño cambio de posición apareció en Octubre de 1997, cuando en un número especial de la revista “New Yorker” se proclamaba a Marx como “el gran pensador del futuro”, que tiene mucho que enseñarnos sobre la corrupción política, la monopolización, la alienación, la desigualdad y los mercados mundiales. “Cuanto más tiempo paso en Wall Street más me convenzo de que Marx estaba en lo cierto. Estoy absolutamente convencido de que el método de Marx es el mejor para estudiar el capitalismo”, declaró un rico banquero a New Yorker. Desde entones, economistas y periodistas de derecha han hecho cola para reconocer la rigurosidad científica de Marx y lo valioso de su doctrina para comprender el meollo del capital y el capitalismo.
Este interés despertado en el mundo de los empresarios, hecho presente por Wheen, viene a ser correspondiente con otro hecho más reciente: una encuesta realizada a los oyentes de la cadena radio 4 de la emisora pública británica BBC, en la que se les preguntaba cuál era a su juicio el filósofo más importante de la historia de la humanidad. Para sorpresa del público, ni Platón, ni Kant, ni tampoco Descartes ocuparon el primer lugar, sino el viejo barbudo de Carlos Marx. El autor de “El Capital’’ –decía la noticia- puede haber perdido su predicamento en Europa del Este, y su nombre puede haber desaparecido de plazas y calles, pero su prestigio parece haber sobrevivido a la caída del muro de Berlín, al menos en el Reino Unido”.
Apuntan los datos que Marx logró un 30 por ciento de los votos emitidos por los radio oyentes, muy por delante del segundo filósofo más votado, el escocés David Hume. Lo curioso del caso, es que en medio del proceso de la encuesta, en vano intentaron los autores del semanario ’’The Economist’’ animar a sus lectores a que votasen a este último, gran representante del empirismo y defensor de un escepticismo moderado, como única forma de frenar a Marx. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos corporativos de esa influyente revista, Hume, el pensador anti-dogmático que influyó en la filosofía moral y en los escritos económicos de su amigo Adam Smith, acaso el más grande de los economistas clásicos, sólo obtuvo un 12,7 por ciento de los votos, ni siquiera la mitad de las que obtuvo Marx.
El resultado de esta reciente encuesta viene a tener mayor mérito si tenemos a la vista que no fue hecha ni en Cuba, ni en Norcorea, ni en Vietnam, ni en China, ni tampoco en Venezuela. Al contrario, es una encuesta proveniente del país que representa el corazón mismo en donde tuvo su origen teórico el liberalismo (Bernardo de Mandeville, David Ricardo y Adam Smith). La continuada popularidad y reconocimiento intelectual de Marx, incluso fuera del propio mundo socialista o progresista, la explica el conocido historiador marxista Eric Hobsbawm por el hecho de que, con el fin del comunismo, el autor de ’’El Manifiesto Comunista’’ y de “El Capital” se haya visto por fin liberado de la deformación de su pensamiento en los antiguos países del llamado socialismo real. Marx supo predecir de modo certero, según Hobsbawm, el actual fenómeno de la globalización, coincidiendo en esto con el juicio de Francis Wheen.
En mi opinión, los resultados de esta encuesta, más el inusitado interés que están demostrando los hombres de la Bolsa en Wall Street, no deberían asombrar a aquellos que hemos seguido con rigurosidad el itinerario intelectual exhibido por el pensamiento de Carlos Marx a través de la historia. En efecto, estos hechos recientes sólo vienen a confirmar en el tiempo otros juicios muy anteriores que ya habían adelantado la importancia que tenía y que iba a tener en el tiempo el pensamiento de Carlos Marx para las generaciones posteriores. Sobre esto último resulta pertinente destacar el juicio de Moses Hess, en nota escrita el 2 de Septiembre de 1841 al novelista Berthold Auerbach: “Te gustará conocer aquí a un hombre que se cuenta hoy día entre nuestros amigos, si bien vive en Bonn, donde muy pronto será dozent. Es un fenómeno que me ha hecho una muy fuerte impresión. En una palabra, pronto conocerás al más grande, tal vez al único auténtico filósofo viviente. Cuando él se manifieste al público atraerá las miradas de toda Alemania. ¡Por sus miras y su cultura filosófica, va mucho más lejos que Strauss, más lejos incluso que Feuarbach, lo cual no es poco decir! Si yo estuviera en Bonn cuando él enseñe lógica, sería su oyente más asiduo. Sólo ahora sé hasta que punto no soy más que un galopín en materia de verdadera filosofía. Pero ¡paciencia!, ¡también yo aprenderé algo!. El doctor Marx –es el nombre de mi ídolo- es un hombre todavía muy joven (24 años como máximo), que dará el golpe de gracia a la religión y a la política medievales. En él se agrega a un máximo de profundidad filosófica el espíritu más mordaz. Imagínate a Rousseau, Voltaire, Holbach, Lessing, Heine y Hegel confundidos en una sola persona; y digo confundidos y no pegados entre sí y tendrás así al doctor Marx?”
Hago presente, que este juicio Hess lo escribió cuando Marx aún no había empezado a escribir nada sobre su obra. A ese año sólo había publicado los “Cantos Generales”, aparecidos tardíamente en el Athenaeum, y su tesis de doctorado, que tampoco había sido impresa. Es decir, un par de escritos reducidos al ámbito de la pura filosofía, cuando Marx ni siquiera había escrito una letra sobre su monumental obra científica.
Por eso hoy al igual que ayer, el pensamiento de Marx, decretado una y mil veces su muerte, por las fuerzas más retardatarias del mundo y la pusilanimidad de una izquierda conformista y obsecuente, vuelve a renacer hoy con renovado brío, fundamentalmente a través de su obra más monumental “El Capital”. Así, Carlos Marx, tantas veces como ha sido muerto, vuelve a resucitar en el momento actual, justo cuando el triunfo del capitalismo ha sido más aplastante que nunca, y justo también cuando mejor ha demostrado su carácter irracional y depredador.
Ahora bien, y retomando el asunto central de mi nota, creo que hoy más que ayer, se hace necesario para todos aquellos que podamos hacerlo, volver a releer nuevamente “El Capital”, y para aquellos que no lo han hecho nunca, se decidan de una vez hacerlo. Tanto para unos como otros, si lo pudieran leer y estudiar en grupo, tanto mejor. También hay ciertos libros que sin ser estrictamente tan científicos, ayudan a comprender el pensamiento de Carlos Marx, y más fundamentalmente, su obra mayor “El Capital. En esta idea es que me atrevo a recomendar, la lectura del libro “La novela de Carlos Marx: vida de un gran revolucionario”, de Galina Serebriakova. Intensa y vibrante biografía, que tiene la particularidad de que siendo un ensayo, muchos de sus pasajes son novelados. Esta rara mezcla literaria, “ensayo-novela” le da a la obra una personalidad muy particular que en nada le hace perder el valor científico del pensamiento de Marx; al contrario, lo recrea y lo resalta por lo demás en forma amena y didáctica. La vastedad del libro (431 págs.) impide en pocas líneas pormenorizar todas las vibrantes imágenes y vivencias allí relatadas. Por eso, y en el ánimo de contribuir modestamente a resaltar el aniversario de la obra “El Capital”, es que me permitiré entresacar algunos párrafos del mismo, aquellos que he creído más sustantivos, y sobre todo, aquellos que se encuentran en íntima relación con la obra “El Capital”.
Como bien lo señala la reseña de este libro, esta conmovedora novela, histórico biográfica, nos enfrenta con un personaje gigantesco en sus aspectos menos conocidos. No tanto del Marx político y filósofo, popularizado por la narrativa literaria, sino de su formación humana y social, y de sus íntimos afectos que van desde su familia, incluido el propio Paul Lafargue, su yerno, pasando por su compañero de ruta Federico Engels, y entrañables otros amigos como el sastre Lessner, uno de los más fieles de sus seguidores.
Otro plus de este libro es, que sin dejar de ser su centro el pensamiento, vida y obra de Marx, es una obra que resalta y particulariza también la vida y las acciones de un sinnúmero de personajes de la época, que tuvieron relevancia en el desarrollo del movimiento revolucionario de entonces. Un variado mosaico de figuras de la época desfilan incesantemente página tras página, deteniéndose y particularizando en cada uno de ellos, lo que imprime la sensación de que este libro fuera el compendio biográfico de varias figuras de la época.
Galina Serebriakova, la autora, confiesa que ambicionó largamente novelizar la vida y obra del fundador del socialismo científico y eso hace que su obra se desarrolle en varios planos: la descripción de los sucesos políticos y de la vida intelectual de Europa se alternan con escenas de la vida familiar. Las vivencias de la Comuna de París son relatadas con espíritu vibrante, poniendo en primer plano la fortaleza y valentía de luchadores de la envergadura de una Luisa Michel, Teófilo Ferré, Lisa Krasotzki, Elisaveta Dmitrieva, por nombrar sólo algunos de entre tantos.
En fin, un libro que recomiendo leer, un libro necesario, sobre todo, para las nuevas generaciones, aquellas que se encuentran huérfanas de valores en un sociedad que sólo quiere reservarles el papel de ser meros expectores de este mundo y no sus protagonistas..